La Semana Santa Marinera de València es tan singular que los actos se suceden durante quince días, ofreciendo numerosas particularidades

Las imágenes en las casas; los Cristos llevados por sus fieles apretándolos contra su pecho; las Dolorosas custodiadas por soldados granaderos; el colorido de los trajes; las músicas unas veces tristes y otras alegres; la pirotecnia que proclama la Resurrección o la gastronomía típica de esos días, confirman la fuerza de la tradición, el compromiso con el legado de los mayores y el sentimiento religioso de los penitentes.

Un programa de actos que comienza con la retreta que organizan los colectivos pertenecientes a la feligresía de Ntra. Sra. del Rosario, los cuales recorren las calles anunciando el inicio de las procesiones.

El resto de los días se suceden las salidas de las distintas cofradías ofreciendo momentos de gran emoción y de gran belleza plástica, como el encuentro de la Dolorosa Coronada y Nuestro Padre Jesús Nazareno en el marco incomparable de las Reales Atarazanas en la noche del Martes Santo.

Hasta que el atardecer del Jueves Santo, la Visita a los Monumentos reúne a todos los colectivos en una procesión ensordecedora que visita todas las parroquias. La costumbre de visitar las casas que albergan las imágenes, ha contribuido a que esa noche sea conocida como la Nit de les Capelles.

El Jueves Santo, la Visita a los Monumentos reúne a todos los colectivos en una procesión ensordecedora que visita todas las parroquias. El Viernes Santo volverán a reunirse todas las hermandades, cofradías y corporaciones en la procesión del Santo Entierro.

La mañana siguiente, Viernes Santo, la mar recupera todos su protagonismo cuando los Cristos son llevados a la playa, donde se elevará una oración en memoria de los marineros fallecidos, mientras en la orilla, el personaje bíblico representando a la Madre Dolorosa depositará unas flores sobre las olas. Es el preludio de un día cargado de emociones que se iniciará con los Vía Crucis y terminará con la procesión del Santo Entierro, en la que participan todos los colectivos con sus tronos-anda bellamente engalanados.

Terminadas las intensas procesiones que conmemoran la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo, el Sábado de Gloria, durante la jornada, la alegría va inundando el barrio, con actividades en todos los colectivos, y al toque de alba, la Resurrección resuena en todo el Marítimo, porque junto a los fuegos artificiales que iluminan la noche, desde los balcones se lanza a la calle loza y agua, en un ritual que representa la sustitución de lo antiguo por lo nuevo, de la oscuridad por la luz, del mal por el bien.

En esa madrugada mágica del Sábado al Domingo, la imagen de Jesús Resucitado ya recorre las calles de nuestros barrios en procesión anunciando la resurrección, anticipo del glorioso día que nos aguarda cuando, bien temprano, la Madre se encuentra con su Hijo ya Resucitado, momento que es rubricado por la música, tracas y pétalos de flor.

El Mediterráneo en estado puro, explotará de alegría, música y colorido al mediodía, con el Desfile de Resurrección, en el que el público que hasta entonces había permanecido en respetuoso silencio contemplando el lento discurrir de las procesiones, saluda, esta vez con aplausos y piropos, el paso rápido de las cofradías y de los personajes bíblicos, que agradecen con flores las muestras de simpatía.

El Mediterráneo en estado puro, explotará de alegría, música y colorido al mediodía, con el Desfile de Resurrección, colofón público de las celebraciones

Aunque este desfile constituye el colofón público de las celebraciones, el visitante todavía puede acudir a la plaza de la Cruz, donde los cofrades de la Hermandad del Santo Sepulcro se enroscan alrededor de su estandarte, para después desenroscarse. Con ello quieren representar que en ese mismo instante ha finalizado de la fiesta y, de nuevo, comienza la del año siguiente.

Estos son algunos de los muchos actos que conforman el programa de la Semana Santa Marinera de València, en el que se conjugan la solemnidad con la sencillez, el sentimiento religioso con la exuberancia de las tradiciones mediterráneas, y que todos los años, tienen lugar en los barrios marineros de la ciudad, cuando asoma la primavera.